A nadie le gusta su voz, al menos no al principio. Uno llega a acostumbrarse a ella. Pero si vas a hacer podcast, tienes que acostumbrarte rápido, pues la vas a escuchar muy seguido. 

En teoría, nuestra voz nos suena diferente porque al escucharla nosotros lo hacemos a través de los huesos y conductos que conectan la garganta y los oídos, lo que nos permite captar las ondas sonoras de nuestra voz sin perder los graves. Pero al hablar, esas ondas se pierden en el espacio, dejando un sonido más alto del que creímos.

Para el Dr. Silke Paulmann, psicólogo de la Universidad de Essex, «el hecho de que sonemos con un tono más agudo de lo que creemos que debería incomodarnos pues no cumple con nuestras expectativas internas; nuestra voz juega un papel muy importante en la formación de nuestra identidad y creo que a nadie le gusta darse cuenta de que en realidad no eres quien crees que eres».

Y cuando se trata de hacer podcast, nuestra ES nuestra identidad. ¿Qué hacer entonces?

Puedo decir que me costó mucho pero con el tiempo aprendí a gustar de mi propia voz, que de hecho puede llegar a ser bastante aguda a veces. Cuando editas tus programas te escuchas tantas veces que te acostumbras tarde o temprano o simplemente deja de importante si no suenas como creías o como querías.

La verdad es que si tu show es entretenido y tiene buen contenido, a los oyentes no le importará mucho cómo suenas… a menos que tengas un serio problema de dicción o simple y llanamente hables mal. En ese caso ni tener la voz como los grandes de la locución te salvará de los dislikes. 

Entrena tu voz, has algunos ejercicios de dicción antes de empezar a grabar, ordena tus ideas y reconoce lo que hace tu voz única. Incluso si no te llega a gusta como suenas, lo importante es que a tus oyentes sí.